lunes, 29 de septiembre de 2014

Un Universo de Frecuencias


La Percepción en la que funcionamos actualmente y luego la Visión, que mostrará la Realidad sin manchas ni distorsiones, se dan porque estamos sumergidos en un Universo de frecuencias. Eso es la Creación. Frecuencias altas y bajas, resultantes de un canto, una nota inicial, algo que generó la vibración y que probablemente está relacionado con nuestra propia voluntad.

Así, se comprende que no hay nada contra qué luchar, ni nada qué solucionar.
Conceptos como la Paz y la Salud, no tienen existencia en sí mismos, sino que son parte de las frecuencias, la sopa energética en donde todo toma forma... Donde se materializan las cosas y los pensamientos.

Entonces, tal como nos enseñaron en clase de Física, visualicemos la Creación como una escala de frecuencias, con sus respectivos colores, olores y sensaciones, que se originan en una vibración baja y se elevan hasta la más alta, escalonadamente, hasta llegar a la Última, donde no se puede subir más, porque esa es la Realidad: lo no creado; lo que está fuera del Tiempo y del Espacio. Es el Eterno y Sublime estado de Dios, que nosotros mismos, por ser parte de Él, compartimos inconcientemente.

Así, con este modelo, podríamos decir que todos los ídolos que nos atrapan y nos martirizan con la orquestación del Ego, tienen su propia vibración, con la que nos podríamos sintonizar y a la que incluso, nos podríamos apegar, de manera masoquista. 

Por ejemplo: la Enfermedad es un estado obtenido al vibrar en un nivel determinado y de allí no se puede salir, más que cambiándose de escalón. No tiene sentido buscar en él soluciones, shamanes, medicamentos, tratamientos, magias. La solución es dar un paso más hacia adelante y la enfermedad desaparecerá, porque su realidad es absolutamente ilusoria.

Igual nos pasa con la Guerra. Nosotros soñamos con la Paz, pero nos mantenemos en el nivel de la Guerra, saboreándola, casi que disfrutándola de manera insana, porque estamos convencidos de que se la podemos atribuir a "otros" personajes externos. Supuestamente ellos crean el estado conflictivo que nosostros, santurrones, no deseamos. Y nos empeñamos en luchas de varias formas (frontales con armas, o con la pluma o con nuestras palabras) contra ella.

Pero allí no está la solución, porque si nos mantenemos en el nivel de la Guerra, solamente hallaremos agresión y egoísmo. Es necesario que individual y colectivamente migremos al nivel de la Paz, que se supone añoramos tanto. Allí no podrá haber peligros ni daño a los semejantes, porque eso es totalmente ajeno a la frecuencia en que está. Pero debemos desearlo de corazón. No va a suceder automáticamente.

Y pareciera además, sin ser demasiado mal-pensados, que hay quienes quieren mantener nuestras mentes atadas a ese nivel, proveyéndonos diariamente de nuestra dosis de imágenes y noticias negras y rojas, para que creamos que a nuestro alrededor no hay más que eso. Y que permanezcamos muertos de miedo en una inacción total.

La Paz, entonces, al igual que en el ejemplo de la Enfermedad, tiene su propia vibración y de nosotros depende colocarnos en ella en un nivel superior. Es cuestión de sintonizarnos con esa luz que debe existir más arriba.

Entonces, llegamos a la conclusión de que pocas cosas deberían ocuparnos dentro de este sueño. Nuestro objeto es el Despertar... la Salvación que pregonan las religiones... Y ¿cuál es ése nivel redentor de frecuencias? Pues el más alto. El de la Divinidad. El Todo.

Si aspiramos al nivel más alto, todo lo demás se solucionará instantáneamente, porque era una ilusión.

Entonces, nosotros que confiamos en la meditación como camino, ejercitémonos durante esos ratos de silencio en conectarnos con la frecuencia más alta. La del Uno; la del Padre Creador, donde todo es perfecto y pleno de amor, único ambiente en el que lograremos recuperar la Felicidad, porque compagina exactamente con nuestra verdadera esencia.

Como complemento a lo que sintetiza esta página de hoy, puede verse un artículo escrito en la Biblioteca Pléyades que apoya lo propuesto aquí y explica algunos detalles más:



domingo, 28 de septiembre de 2014

No Soy Un Cuerpo. Soy Libre. UCDM. Lección No. 199.


En el Japón antiguo, un comerciante de sedas conocido en su pueblo por su buenos sentimientos y su honestidad, tuvo en un viaje que cruzar un sendero solitario y peligroso, donde se le apareció un gigantesco y feroz ogro que producía un hedor inaguantable, con colmillos sangrantes y de aspecto definitivamente hambriento.

En este cuento budista, apenas el ogro vió al buen hombre, le anunció que iba a devorarlo, y se abalanzó sobre él sin tener en cuenta sus súplicas. El buen comerciante entonces, se acordó de la diosa Tara, a la que siempre le había tenido una gran devoción y la invocó pidiéndole protección.

La diosa apareció inmediatamente, pero ello no intimidó al ogro, quien de un mordisco se comió el brazo derecho del comerciante.

Tara reaccionó arrancándole un brazo al ogro y colocándoselo en su lugar al hombre.

Entonces el ogro le arrancó el brazo izquierdo al aterrado hombrecillo y lo engulló de un solo bocado. La diosa, rápidamente le arrancó el otro brazo y se lo puso al hombre.

Y así continuaron con una pierna, luego con la otra y finalmente, cuando el ogro se le comió al buen hombre la cabeza, Tara le colocó en reemplazo la del monstruo.

Una vez pasado el peligro, la divinidad desapareció dejando al comerciante en una gran confusión, en mitad el camino: Con el cuerpo total del ogro...

¡Qué horrible sensación! Pero si tenía cuerpo de ogro, entonces, ¿Quién era él?

Allí viene lo profundo y filosófico del koan budista: ¿Soy mi cuerpo?
O mejor dicho: ¿Quién soy sin mi cuerpo?.
O peor: ¿Quién soy en el cuerpo de un ogro? ¿El ogro? "¡No! ¡Yo no seré jamás el ogro!" dijo el buen hombre en el cuerpo del monstruo. Pero entonces, ¿Quién soy?

Es equivalente esta idea oriental a la Lección 199 de Un Curso de Milagros, en la cual lo que debemos repetir y aprender, es: NO SOY UN CUERPO. SOY LIBRE:


Esta posición ante el cuerpo es realmente liberadora, porque rutinariamente, un alto porcentaje de lo que hacemos va dirigido a él, a su cuidado exagerado, al "mejoramiento" de su aspecto y a su seudo curación.

A la vez, es lo que fomenta nuestros egoísmos y sentimientos de separación, haciendonos sentir solos y desprotegidos en esta existencia.



sábado, 13 de septiembre de 2014

Música Inspiradora. Tienes un amigo.


Un amigo es algo que se da silvestre... alguien que aparece cerca sin que uno lo note... sin buscarlo, sin esfuerzo... y se hace parte de nuestra vida para siempre.

Suceso que pasa muy pocas veces en la vida.

Acontecimiento que posiblemente requiera conjunción especial de estrellas y astros y una geoposición privilegiada y única.

A veces ese amigo se vuelve un amor, o a veces un recuerdo. Pero en todo caso, hasta el fin de la vida nos reconforta saber que está en alguna parte. En este planeta o tal vez en otro.


Oigamos al respecto a James Taylor con la inspiradora canción de Carol King, You got a Friend:






lunes, 8 de septiembre de 2014

El Guía del Futuro.


Mucho se discute sobre la religión del futuro. Se habla de la unión de todos los credos (cosa que cada día se ve más lejana al seguir enfrentándose las religiones en cruentas guerras). También están los ilusionados con que el carismático Papa Francisco I (al único que no se le llama con el número de sucesión, pues todos tenemos la sensación de que no habrá Francisco II) sea quien aglutine el mundo alrededor de una renovación. Y finalmente, un grupo cada vez creciente de personas que sienten que las religiones están venidas a recoger y ya no tienen ninguna utilidad en una Humanidad más pensante y conciente.

No obstante, probablemente en ninguna de esas alternativas está la solución. Más bien está en lo que dice en uno de sus últimos capítulos el Libro de Urantia, refiriéndose a la figura siempre actual de Jesús. Él se aproxima fácilmente al corazón de la gente, siempre y cuando no se contamine su imagen y sabiduría con dogmas e intereses económicos.


Sacado Él de los ritos y el dominio de las masas, y desempolvada su palabra, es el guía del futuro en el que ya entramos. Su espléndido ejemplo sirve para regenerar nuestra desconcertante existencia, dándole un rumbo satisfactorio y un propósito, que es lo que más nos hace falta.


Veamos el texto:

10. El Futuro

(2084.1)  El cristianismo rindió indudablemente un gran servicio a este mundo, pero a quien más se necesita ahora es a Jesús

El mundo necesita ver a Jesús vivir nuevamente en la tierra, en la experiencia de los mortales nacidos del espíritu que efectivamente revelen el Maestro a todos los hombres. 

Es fútil hablar de un renacimiento del cristianismo primitivo; debéis seguir hacia adelante desde donde os encontráis. La cultura moderna debe volverse espiritualmente bautizada con una nueva revelación de la vida de Jesús e iluminada con una nueva comprensión de su evangelio de salvación eterna. 

Y cuando Jesús así se eleve, él atraerá a todos los hombres hacia él. Los discípulos de Jesús deberían ser más que conquistadores, aun fuentes colmadas de inspiración y de un vivir elevado para todos los hombres. La religión es tan sólo un humanismo exaltado, hasta que se la haga divina mediante el descubrimiento de la realidad de la presencia de Dios en la experiencia personal.

(2084.2)  La belleza y la sublimidad, la humanidad y la divinidad, la sencillez y la singularidad de la vida de Jesús en la tierra presentan un cuadro tan impresionante y atractivo de la salvación del hombre y de la revelación de Dios, que los teólogos y filósofos de todos los tiempos deberían reprimir el atrevimiento de formular credos o crear sistemas teológicos de esclavitud espiritual a partir de tal autootorgamiento trascendental de Dios en la forma del hombre. 

Con Jesús el universo produjo un hombre mortal en quien el espíritu del amor triunfó sobre las desventajas materiales del tiempo y trascendió el hecho del origen físico.

(2084.3)  Recordad siempre —Dios y los hombres se necesitan mutuamente. Son mutuamente necesarios para el alcance pleno y final de la experiencia de la personalidad eterna en el destino divino de la finalidad universal.

viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Por qué pienso lo que no me conviene???

Es importante observarse a sí mismo. 
¡Ensáyalo! 


Mírate desde fuera, como si fueras un extraño.


Asombroso es el resultado, porque creemos que somos una cosa (inteligentes, concientes, exitosos, seguros, tal vez) y en realidad somos una mata de temores que acarrea sus propias fallas y desgracias.

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Porque estudiamos teorías de superación y hacemos cursos de filosofía y programación neuro lingüística, para inmediatamente olvidarlo todo en el día a día.

Entonces, la clave es mirarse, comenzando con los pensamientos.
Creo que ahí está la razón del envejecimiento. Ahí está la diferencia entre joven y viejo: El joven no sabe mucho. Está ingresando a la vida con cierta curiosidad, esperando qué? ¡AVENTURA! ¡SORPRESAS! (Puede que después termine envuelto en las drogas o en algo equivocado.... Pero el punto es que partió esperando maravillas)

En cambio, nosotros, los maduritos que pensamos que nos las sabemos todas porque ya hemos pasado por muchas cosas en la vida... Cuando pensamos en hacer algo, ¿Qué es lo primero que hacemos? ¡ANALIZAMOS LOS RIESGOS! En nuestra tontería tomamos partido por la fracción de posibilidades que implicarían que la actividad fallara.  ¡Increíble! ¡Pareciera que lo que queremos averiguar es cómo se hace para que esa actividad se malogre!

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No visualizamos lo que nos convendría, sino que le dedicamos nuestro tiempo y desvelos de media noche a evaluar (como todo un adulto), lo que podría salir mal.

Dizque para evitarlo (¿No será realmente,  para tener una disculpa para abandonar nuestro ideal sin remordimiento?)

Y no es que esté mal ser precavido...
El problema es que le damos tanto espacio en nuestra mente a las posibles fallas, que se arraigan allí,
precipitando precisamente lo que queríamos evitar.

Y la ilusión por el deseo que queríamos inicialmente concretar, ¿Donde quedó? Perdida. Olvidada. Perdió importancia. Es lo que tiene menos posibilidades. Lo que menos recordamos. Ni tenemos entusiasmo ni alegría ya ante el proyecto.

Nos parece que no es necesario tener lo deseado en mente, porque lo primero es analizar los riesgos.

Y con esto, simplemente, actuamos al revés de como actúa el Universo. 
Atraemos con nuestros pensamientos adversos, aquel resultado que no queríamos. 

Vale así el refrán:

EL TEMOR GENERA LO TEMIDO

Por ejemplo. En estos días en que me estoy observando con detenimiento, me doy cuenta. 
Mi cabeza no dice: "Quiero resolver este problema financiero". 
En cambio, mi cabeza martilla: "Estos problemas financieros pueden llevarme a la quiebra. No sé qué hacer".  Y ando por toda la ciudad con ese letrero inconciente.

Por qué más bien no digo: "Quiero regresar a mi habitual abundancia". ¿POR QUÉ???????
(Si mantuviera en mi cerebro la abundancia que supuestamente tanto me gusta, otro sería el resultado. No este círculo de estrés.)

Concluyendo:

Miremos nuestros pensamientos para eliminar todos los que no están alineados con lo que queremos lograr en la vida.

Actuemos un poco como los jóvenes. Arriesguemos un poco, sin descalificarlo todo por adelantado, saltando al mundo con la imagen de nuestro objetivo anhelado, permanentemente en nuestra frente y en nuestro corazón.


Así, las leyes de la energía, de la atracción, -que son impersonales y trabajan automáticamente-, se verán impelidas a concretar esa imagen feliz que está dibujada en mi mente y que es la que me impele a moverme y a esforzarme por el objetivo deseado.

Eso sí, Se necesita disciplina.

Pero aún en nuestra soberbia de adultos que ya todo lo han visto, podemos aceptar el reto de mantener en nuestro pensamiento ese mundo mejor que añoramos y también, esa pequeña o grande satisfacción que nos merecemos y para la que pareciera que no nos creemos dignos.

Un sistema podría ser hacer una corta lista de lo que queremos mantener en mente, redactada en absoluto positivo y si fuera posible, con imágenes que se pudieran visualizar fácilmente.

Y esta lista, dejarla a la mano para repasarla mientras se memoriza y es fijada en nuestra mente, casi obsesivamente. Tener presente nuestro objeto y confiar en que lo merecemos, son la clave.