sábado, 27 de diciembre de 2014

Propósito 2015: Control Mental

Siempre el objetivo para el año que empieza, tiende a diluírse en cualquier tema trivial que nos gustaría conseguir, esperándolo como por arte de magia en las primeras semanas, para luego olvidarlo o darlo por imposible.

¡Ahora, vamos a cambiar!
Con base en el poder del pensamiento, propongo en cambio, un esfuerzo descomunal para el año que comienza:  

Controlar definitivamente nuestros pensamientos, para que el resultado de su vibración sea el mundo que deseamos (y que merecemos).

Un sólo propósito: ¡Corregir el pensamiento de manera drástica!

Enviar al espacio solamente energía creadora de armonía y paz para que se concrete en nuestro mundo.
Que TODOS estemos bien. Felices.
  • Ni por un instante permitirnos un pensamiento de temor hacia ningun tipo de situación o persona.Todo va a salir bien. No nos anticipemos con negativismo ni miedo.
  • Ni por un instante asumir que alguno de nuestros semejantes es inferior a nosotros.
  • Ni por un instante abrigar odio, rabia ni rencor hacia nadie. No pensar mal de nadie ni de nada.
  • Ni por un instante pensar que algo nos va a salir mal. Prohibido.
  • Ni por un instante sentirnos solos. Somos Uno. No estamos desconectados.
  • Alivianarnos: Ser pacíficos y pacificadores.

Parece un tema trillado. Un lugar común.
Pero es en cambio, algo nuevo. Único. No visto hasta ahora. Un trabajo muy duro para quien lo quiera emprender.

Debemos ser neuróticamente estrictos al vigilar nuestra mente durante todo el año: ¡Ni un solo pensamiento que no sea de amor, fraternidad o paz!

Concentrados, porque somos proclives a distraernos y olvidar nuestro propósito de Año Nuevo, volviendo a nuestros pensamientos-basura, que no nos han servido para nada.

Ojo: Control exhaustivo de nuestros pensamientos

Una ventaja es que con esta práctica, -cuando está bien hecha-, ni nos toca preocuparnos por nuestras palabras ni por nuestras acciones... Todo sale bien automáticamente.

Fuera los temores y las supersticiones. Me tocó vivir con una generación que en todo veía señales de peligro y de error. Eso debe erradicarse de la Humanidad. Que se haga lo contrario: que en cada animal que pase, cada sonido, cada color, veamos la anticipación de nuestra buena suerte y del maravilloso día que nos aguarda.

Lo contrario debe considerarse magia negra y a nadie le conviene.

Hermosas cosas nos esperan este año.

Todo va a salir bien. No hay otra forma. (Mientras cuidemos nuestra volátil energía)

martes, 23 de diciembre de 2014

Tregua Indefinida de Navidad 2014

Qué atractiva posibilidad la de pasar una Navidad en tregua. Y más aún, que este descanso no sea temporal, sino indefinido.
Para siempre. ¡Definitivo!!!

Si personalmente depusiéramos nuestras armas contra el mundo y nuestros semejantes, obtendríamos un panorama ya olvidado... Algo que viven solamente los habitantes de pueblitos "atrasados" y distantes de la "civilización moderna". Porque nosotros, aunque aparentemos otra cosa, siempre estamos batallando.

Nos agota la lucha, pero parecemos no cansarnos de ella.
Es tanta la costumbre de estar peleando o defendiéndose, que llegamos a temer la paz. 

La paz, -para los que nacimos dentro de los conflictos y alimentamos en nuestra vida esta tensión-, es algo tan desconocido, que no sabemos cómo actuar dentro de ella.

¿Qué tal que le sonriéramos al conductor imprudente que nos acaba de rebasar? ¿Para dónde irá? Que Dios le ayude a resolver su problema. Si más bien le desearamos que llegue a tiempo a su destino y logre distensionarse, ¿Qué perderíamos? ¿Podremos hacer eso?

Qué tal si le dijeramos a la cajera del banco que comprendemos su situación y que vemos cómo es de eficiente, a pesar de la larga cola que hemos tenido que hacer para cambiar un cheque?

¿Qué tal si le dieramos paso al peatón?

Qué tal si le regaláramos un minuto de conversación al mendigo, en vez de considerarlo una incomodidad en nuestro camino?

Colombia se enfrenta a una incipiente posibilidad de paz, que nos da miedo a los colombianos.
Nos da miedo ser engañados de nuevo. Burlados por quienes nos dejaron casi sin patria. Los que acabaron con nuestras comunidades, nuestra agricultura y nuestro turismo.

¡Sí que es difícil confiar!

Pero de lo contrario, ¿Qué nos queda?  ¿Seguir en la zozobra? ¿Continuar siendo un país "especialmente violento"?

Esta es una Nueva Era. El planeta transita por nuevas energías... ¡Démonos una oportunidad!

domingo, 21 de diciembre de 2014

Adultos Asperger


Deficiencia que se detecta bastante tarde en nosotros los que nacimos en el siglo pasado...
Sin embargo, es una explicación satisfactoria de por qué nos sentíamos bichos raros, extraterrestres... extraños totales en una sociedad de comportamiento masivo que era tan diferente de nosotros, sin que pudiéramos identificar exactamente en qué.

Con la teoría del Asperger (teoría de los expertos en autismo) se entiende lo malo y se entiende tambien lo positivo. Porque desde mi punto de vista, en medio de la incomunicación, vivir el Asperger también tiene sus cosas buenas, una vez que se ha madurado.

Es cierto que no es nada divertido carecer de amigos duraderos, tener relaciones escasas y pobres, y una comunicación convencional deficiente, especialmente con la gente que más queremos; porque eso puede hacer sentir muy mal a nuestros seres más cercanos. Pero desde el punto de vista individual, nos permite pasar por la vida sin rencores, angustias ni recuerdos. Ejemplo: Si nos insultan, no la cachamos sino después de años. Si nos indican gestualmente desagrado, tampoco lo notamos. Nos quedamos frescos. No somos gente de conspiración ni de complot. Tampoco de chismes, indignación ni revolución.

Un poco autómatas (como lo indica el término "autistas"), nuestras obsesiones se vuelven objetivos que aparentan dar sentido a nuestra vida... Y nos hacen pasar años de interés y estudio apasionado, aunque en un mundo sin significado. Como el de los demás.

Es una forma de ser diferente, porque algo en el cerebro es diferente... Fallan algunas conexiones que producen la emotividad y la sociabilidad. Como resultado, no nos gusta ser el centro de atención... y somos incapaces de trabajar en equipo o mantener una conversación informal; tampoco comprendemos muy bien las emociones de los demás. Sin embargo, nos concentramos fácilmente en detalles, somos muy inteligentes y si no nos doblega el matoneo, podemos llegar a ser lo que el mundo llama "exitosos".

Además, hay otra ventaja. Lo mejor: ¡Qué fácil se nos hace meditar!! Sencillo: Porque nuestra mente está casi en blanco todo el día! 

Pasados los 30 años podemos disimular casi totalmente (lo que no implica que no nos siga desesperando el ruido y la superficialidad aparente de la gente). Tratamos de adaptarnos, imitando lo mejor posible, haciendo papelitos de soplete cuando una conversación telefónica lo amerita, repitiendo ininterrumpidamente el nombre de la persona a la que debemos saludar para no olvidarlo, y atesorando momentos de soledad e introspección, porque somos filósofos permanentes. Finalmente, nos adaptamos, y solamente rogamos que no nos lleven a reuniones, ni nos hagan conversar: porque somos de una torpeza increíble en el lenguaje hablado (no así en el escrito).

A veces pasamos por insensibles porque no entendemos las expresiones de afecto... Hasta creemos que no existen; o que son fingidas... Y no: La gente lo siente. Y la gente llora por sus recuerdos, verguenzas y nostalgias. Eso nos sorprende. Vivimos un poco en el vacío de conducir un transformer que avanza sin motivo por el planeta.

Además, nuestra memoria es bien flaca, tanto para lo malo como para lo bueno. Así, dormimos delicioso y sin remordimientos, -por amnesia, pensaba yo-, soñando que sobrevolamos pueblos de fábula y verdor,  sin desvelarnos por lo sucedido en el día.

Por eso el Zen fue para mí un refugio de silencio e inmovilidad excelente: El vacío es forma y por lo tanto, ¡Mejor me quedo en el Vacío!

La conclusión es que identificar el síndrome ("síndrome" es todo aquel conjunto de síntomas para los cuales los médicos no tienen explicación), es una revelación maravillosa para el adulto Asperger, que se pasó la vida aislado y considerado como alguien raro e inquietante.
Y le sirve, igualmente, para corregirse en algo, esforzándose en atender un poco más las emociones que los demás expresan y aprender de ellos a expresarlas también. Logrará hacerlo, aunque sea de manera racional y programada; no tan espontánea como tal vez, suceda en el resto de la gente.

El caso es que aunque el Síndrome de Asperger fue desconocido hasta hace poco, existe muchísima gente con este desorden de desarrollo, por lo que no sobra contar esta experiencia para que los "normales" puedan regalarnos un poquito de comprensión.




viernes, 12 de diciembre de 2014

Musica Inspiradora. Fragilidad.



¿Quién se atreviera a borrar un pensamiento que gira y brilla, volando hacia el sol?

¿Cómo es que osa un ser humano en críticos momentos o de gran ambición,
atentar contra el hermano, su vibración creyendo desaparecer?

Límite imaginario es la carne, que de sólida poco exhibe:
Simple envoltura para la vista ciega.

Coloreada de hematítica rojez
que transita por dibujos en el aire. Sin embargo,
qué sacrilegio esfumarlo y qué triste ignorancia y soberbia con ello se demuestra.




"Fragile" 
 If blood will flow when flesh and steel are one
Drying in the colour of the evening sun
Tomorrow's rain will wash the stains away
But something in our minds will always stay
Perhaps this final act was meant
To clinch a lifetime's argument
That nothing comes from violence and nothing ever could
For all those born beneath an angry star
Lest we forget how fragile we are

On and on the rain will fall
Like tears from a star like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are how fragile we are

On and on the rain will fall
Like tears from a star like tears from a star
On and on the rain will say
How fragile we are how fragile we are
How fragile we are how fragile we are 

Hermosísima versión en español, tambien cantada por Sting:

martes, 9 de diciembre de 2014

Estoy Disgustado porque Veo un Mundo que No Tiene Significado. UCDM. Lección 12.

Cuando yo era una adolescente, la Navidad era algo espléndido, no solamente porque nos reuníamos con nuestros parientes más queridos, como mi Tío Alfredo, -que para mi mal, siempre andaba en otro país-, sino porque era la oportunidad de dar.

Vivíamos de manera excéntrica para el momento, en las afueras de Bogotá en una sencilla quinta campestre de una fanegada y media de extensión, que mi papá compró el día de mi nacimiento; rodeados de campesinos que apenas sobrevivían en pequeñísimas parcelas, pues la ciudad ya estaba extendiendo sus tentáculos hacia el norte de manera física, además de que estaba tratando de absorber esa mano de obra barata para la industria de la floricultura.

Así que en la Navidad teníamos la gran oportunidad (así lo veíamos, como "oportunidad") de hacer felices por una tarde a los niños de los alrededores que caminaban aún con cotizas (alpargata cuya suela no era de fique, sino de llantas viejas) y carecían de cualquier lujo o diversión.

Así, mi madre coordinaba con el conductor de la fábrica de juguetes y convencía a otros vecinos y amigos, quienes hacían alguna donación de cuadernos, cuentos o dinero. El caso es que ese sábado a las 11 de la mañana empezaban a aprecer los chicos de la vereda con sus madres o abuelas, pues la noticia de la invitación había corrido velozmente por toda Tuna Alta. 

Nuestra propiedad se llenaba de colorido y bullicio de vocecitas, que recibían una a una sus regalos, a medida que ingresaban a Montecito, que era el nombre de nuestra casa. Se les daba un pedazo de ponqué y para brindarles a los niños se hacían unas 300 gelatinas, que se esfumaban en un minuto, pues nunca caíamos en cuenta de que las abuelas también querían comer. De manera que mi mamá y sus amigas corrían a suplir el faltante con cualquier cosa que encontraban en sus despensas (galletas, enlatados, pan, gaseosa, lo que fuera).

En resumen. Era un placer ver esa felicidad en los ojos de muchachitos, bebés y madres, que pasaban la tarde en nuestro jardín riendo y jugando. Y nosotros, los niños de la casa, sudando de tanto trabajar, maravillados con ese inusitado festín (educados por padres que no nos inculcaron superioridad alguna sobre los vecinitos, ni sentido de beneficiencia ni de caridad: la Navidad de los niños se hacía solamente por el gusto de hacerla y disfrutar luego de ese espectáculo fabuloso).


Ese día del año ¡Tenía significado!
Ni siquiera nos costaba mucho, porque todo eran donaciones. Pero tenía significado, como hasta hoy  ningún día de mi rutina tiene significado.

Así, para el general de nuestra cultura, es natural que nos sintamos disgustados secretamente en nuestro interior por la falta de significado en nuestras vidas; y hasta mostramos nuestro disgusto externamente, mediante el estrés y la neurosis, que desembocan en los más sensibles en depresión y cosas más graves como el suicidio. 

Porque la naturaleza del Ser es dar espontáneamente; y solamente dando se siente pleno y con propósito. El resto del tiempo se lo pasa acumulando (o tratando de acumular), en una lucha tenaz con los semejantes y con el mundo, que también reaccionan cada vez de manera más adversa y bloqueadora, generándole una gran insatisfacción.

Por eso el mundo que vemos nos disgusta; pues no tiene significado.

En otras palabras, en el fondo de nuestro corazón, sabemos que estamos perdiendo el tiempo.

Nuestra frenética actividad no nos lleva a ninguna parte, más que cuando actuamos por amor. Por eso la madre amorosa es un ser satisfecho, aunque físicamente parezca agotada. Porque amar y darse generosamente, tiene sentido; lo demás, no lo tiene.

La satisfacción de dar por el gusto de dar no se reemplaza con ningún exito laboral ni económico. Nada puede superar esa magnífica sensación que nosotros en esos días, sentíamos al ver la obra de nuestros padres, dando. Y nos marcó para toda la vida, aunque por épocas pareciéramos olvidarlo.

Y es así como ahora lo recuerdo y entiendo la Lección No. 12:

 Estoy Disgustado porque Veo un Mundo que No Tiene Significado

Este mundo así como está, no nos satisface. Estamos hechos para cosas mejores.

Y lo lindo es que con este ejemplo, pareciera que sí podemos cambiarlo: Hasta que un día de nuestra vida tenga significado.

Y luego dos.
Y luego tres.